
El Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido es una actividad que se desarrolla anualmente el último miércoles del mes de abril. El propósito de está celebración consiste en promover el cuidado del ambiente acústico, la concienciación sobre las molestias y daños que generan los ruidos y la conservación de la audición.
El ruido posee unas características muy concretas, lo que lo hacen merecedor de una especial atención:
- No se visibiliza.
- Damos por hecho que nos afecta en nuestro día y en nuestras viviendas.
- Tiene graves consecuencias sobre la salud.
- No dejará de crecer si no tomamos medidas.
- Tiene una estrecha vinculación con la eficiencia energética.
- Parte de la solución está en nuestras manos.
Y tú, ¿estás concienciado?
El ruido es un reflejo que nos muestra a la perfección los aspectos intangibles que influyen de sobremanera en nuestra calidad de vida, pero que no valoramos y acaban pasando desapercibidos. Esto es un serio problema, puesto que ya damos por sentado que oír los pasos o la cisterna de nuestros vecinos es algo normal e inevitable. Actualmente, el impacto del ruido en la salud, audición y calidad de vida está completamente aceptado y demostrado por un gran número de estudios médicos y científicos.
El fenómeno del ruido está considerado como un agente contaminante «invisible» del mundo moderno, y hoy en día las personas y las comunidades no aceptan que el ruido sea un producto «natural» del desarrollo tecnológico, y en consecuencia se debe regular y controlar. El ruido, como otros agentes contaminantes, produce efectos negativos en el ser humano, tanto fisiológicos como psicosomáticos. Afecta directamente a nuestro sistema nervioso, provocando la secreción de hormonas relacionadas con el estrés, con todas las consecuencias que ello puede provocarnos.
Se calcula que en Europa occidental, solamente a causa del ruido del tráfico, mueren de forma prematura un millón de personas cada año. Como dato relevante, decir que las afecciones producidas por el ruido son mayores en las grandes ciudades, y dado que la tendencia poblacional muestra que poco a poco nos iremos concentrando más en las grandes ciudades, el problema será inevitable, y no dejará de crecer si no tomamos las medidas oportunas.
Poniéndonos un poco más técnicos, cabe destacar que la exposición a niveles de ruido superiores a 40 dB (decibelios) durante la noche puede repercutirnos negativamente, provocando trastornos del sueño. Un descanso de calidad solo se produce eliminando todos los ruidos superiores a 25 dBA, es sumamente importante para garantizar que hemos descansado correctamente y que nuestro cerebro funcione a pleno rendimiento durante el día.
Para ser del todo conscientes de esto, vamos a poner un ejemplo: Un mal descanso producido por el ruido puede afectar a los cambios hormonales que regulan nuestro niveles de glucosa mientras dormimos, lo que nos llevaría a reducir la tolerancia a la glucosa y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. Las personas que experimentan un sueño interrumpido pueden tener mayor probabilidad de padecer una depresión, poniendo en tensión su salud mental. A niveles de ruido superiores a 55 dB, puede producirse una presión arterial elevada y una cardiopatía, que puede desembocar en ataques cardíacos.
La unión hace la fuerza
El ruido no solo afecta a la salud, sino que constituye un grave problema medioambiental y social. La lucha contra este fenómeno es una acción individual, pero también colectiva. El ruido no lo hacen solo los demás, sino que lo hacemos todo. Para bien o para mal, somos parte del problema, y también de la solución. Todos debemos poner nuestro granito de arena para poder disfrutar de entornos y espacios más silenciosos. A la vez que somos receptores, también somos causantes, y por lo tanto emisores de dicho ruido. ¿Que qué podemos hacer? Pues podemos contribuir a reducir la intensidad del ruido comenzando por nuestras actividades diarias, como el transporte, las relaciones sociales, el trabajo, etc. y minimizar el impacto auditivo que sufren nuestros entornos urbanos, barrios y edificios.
En segundo lugar, apoyar y apostar por cambios que contribuyan a reducir el ruido: La implementación de la movilidad eléctrica en nuestras ciudades, la renovación de equipos y redes de transporte público, el uso de pavimentos diseñados para disminuir el ruido, etc., son algunas de las medidas que podrían disminuir la emisión sonora que se produce en nuestros entornos.
En tercer lugar, si nuestra vivienda no es capaz de absorber el ruido que emitimos ni consigue aislarnos de los ruidos provenientes del exterior, podemos dotar nuestro edificio o vivienda de aislamiento, con el grosor necesario para evitar los agentes contaminantes sonoros. La mejora del aislamiento de nuestras viviendas en suelos, paredes, ventanas o techos es una opción eficaz, probada y con beneficios inmediatos. Mejorar el aislamiento térmico y apostar por una casa eficiente también permite mejorar el aislamiento acústico, y con ello la calidad de vida y el bienestar de las personas.
Ahora ya conocemos la importancia que el ruido genera en nuestra sociedad. De esta manera, universidades, autoridades, organizaciones, centros de investigación y departamentos de salud pública organizan varias actividades para que la ciudadanía y las administraciones públicas tomen consciencia y, a largo plazo, consigamos reducir los niveles existentes, sobretodo en las ciudades.